Despotismo Ilustrado y El Supremo Dr. Francia
Despotismo Ilustrado y El Supremo Dr. Francia
El Doctor Francia, a todos los efectos de la historia representa al Despotismo Ilustrado en Sudamérica, esto fundamentado en los siguientes puntos:
El régimen político más extendido en el siglo XVII es el absolutismo. El absolutismo del siglo XVIII recibe el nombre de “Despotismo Ilustrado”, que se puede definir como “la utilización de la ideología ilustrada por parte de las leyes absolutas para mantener su absolutismo”.
La Ilustración es un pensamiento crítico y reformista. Los reyes absolutos, pues, del siglo XVIII (los llamados “déspotas ilustrados”), toman de la Ilustración lo que les conviene y, apoyándose en ella, introducen en sus estados una serie de reformas y mejoras importantes: suprimen los restos que aún quedaban de feudalismo (es el caso de Federico II de Prusia y María Teresa de Austria); protegen la agricultura con la construcción de canales y pantanos y con la introducción de nuevos cultivos; urbanizan y modernizan las ciudades (Carlos III de España fue el que convirtió a Madrid en ciudad moderna abriendo grandes avenidas, construyendo monumentos y dotándola de alumbrado público).
Introducen reformas judiciales, por ejemplo, suprimiendo la tortura que hasta entonces se había utilizado por los jueces como forma corriente de investigación; y crean multitud de centros educativos, como academias y universidades. Sin embargo, estas reformas se llevan a cabo sin contar con el pueblo; el lema del despotismo ilustrado es “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.
Además, rechazan lo que es más importante de la Ilustración: la libertad política. Por eso, la burguesía ilustrada, que al principio apoya la reforma de los reyes, cuando ven que estos no conceden lo más importante, la libertad, se vuelven contra el absolutismo y se producen revoluciones.
Luego de la necesaria explicación de qué es el Despotismo Ilustrado pasamos al análisis: Primero al decir del Libro Nueva Historia del Paraguay, Editorial Hispana Paraguay S.R.L. – 1ª Edición, vol. 2, 1997. Pág. 221 y 222: “En mayo de 1646, Juan de Solórzano Pereira, oidor de la Audiencia de Lima, (…) terminó “Política Indiana”, obra básica dentro del Derecho Indiano en la que señala que los criollos tienen igual capacidad que los españoles para ocupar cargos públicos.
Por fin, en el año 1680, se promulgó la “Recopilación de Leyes de los reinos de las Indias, mandada imprimir y publicar por la majestad católica del rey Carlos II nuestro señor“. Las Leyes de Indias nunca hablaron de colonias sino de Señoríos, Provincias, Reinos o Territorios de Isla o Tierra Firme y dieron a los españoles y criollos preferencias en el comercio y previsión de oficios. América no fue, según las Leyes, más que una extensión del territorio español.
Lo cual hace necesario explicar la constitución del Imperio Español: “A fines del siglo XV, la península Ibérica estaba fragmentada en cinco reinos: Aragón, Castilla, Granada, Navarra y Portugal. El enlace matrimonial, celebrado en 1469, entre Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla sentó las bases para la unidad de la monarquía española. Esta monarquía, de naturaleza dual, pues ambos reinos mantenían su independencia como estados, anexionó para el reino de Castilla los territorios ocupados por el reino nazarí en Granada (1492) y el reino de Navarra (1512). Por su parte, Fernando consiguió para Aragón la devolución, por parte de Francia, del Rosellón y la Cerdaña, e inició la intervención española por el dominio de Italia. Los Reyes Católicos instauraron la monarquía autoritaria en España y, con ella, el estado moderno. Para ello, la monarquía del estado se hizo muy compleja y estructurada. A la unidad territorial le siguió la unidad religiosa. Fundamentalmente para este fin se creó, en 1478, el tribunal del Santo Oficio (Inquisición). La conquista del Nuevo Mundo proporcionaría a España la hegemonía sobre Europa durante casi dos siglos. Los primeros sucesores de los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, heredaron un vasto imperio.”
Si bien el gobierno del doctor Francia se desarrolla en el siglo XIX, lo hace en sus inicios, y su entera formación intelectual corresponde al pensamiento del siglo anterior, teniendo además en cuenta que el despotismo ilustrado surge a partir de la segunda mitad del siglo XVIII y salvando las distancias continentales que separaban al marqués guaraní de Europa, con el tiempo que tomaba la trasmisión de las ideas y las circunstancias del nacimiento del estado/nación paraguayo, podría considerarse además al buen doctor, el último exponente de esa corriente de pensamiento político.
Dicho lo anterior, ahora pasamos a cuanto decía Justo Pastor Coronel en su libro: La vida Solitaria del Dr. José Gaspar de Francia. “Concibió la independencia como un postulado del Derecho Natural.” (…) “El dictador proclamaba el derecho de la propia determinación; no permitía que nadie interviniera en sus asuntos, pero tampoco se mezcló en ajenas querellas.”(…) “Como Dictador temporal, tomó medidas que le permitieron consolidarse y realizar su propósito. En nombre de la necesidad de salvar la República de peligros inmediatos, recurrió a la fórmula romana de concentrar los poderes, de unificar el comando para asegurar la disciplina (…) “En el fondo era un doctrinario del despotismo, al que estimaba indispensable para condicionar el progreso social.” (…) “Poseía la más completa biblioteca del país sino de la provincia misma, que contenía textos de las leyes de indias, historia de Roma, Laplace, los elementos de Euclides, tablas de algoritmos, diccionario Inglés-Español y libros de Montesquieu, Volney, Voltaire y Rousseau, supo apreciar y asimilar el Contrato Social como génesis de la Sociedad, valoraba además a Benjamín Franklin prócer de la independencia Norteamericana, de quien tenía el retrato pintado, junto a su globo terráqueo y en su quinta de Ibiray un telescopio para seguir el curso de los astros; estaba al tanto del pensamiento y de la política de sus contemporáneos, como ser Napoleón Bonaparte y sus campañas por Europa, conocimiento que uso para poder hacer nacer al Paraguay.” (…) “El Dr. Francia había adquirido los conocimientos que se daban entonces en las universidades de la América española.” (...) “Con tales títulos, el Cabildo le designó, con especial recomendación, para la terna de candidatos a Diputado que debía ser escogido para representar al Virreinato del Río de la Plata, juntamente con los otros diputados de la América Española, en las Cortes de Cádiz. Obtuvo en esa ocasión la unanimidad de los votos, juntamente con Bernardo de Velazco y José Antonio Zavala y Delgadillo. En la desinsaculación practicada por manos del niño Manuel García Díez, la suerte favoreció al Dr. Francia. Continua así el informe: “Ha tenido particular aplicación al estudio de Derecho, en cuyas materias ha manifestado a satisfacción del público y de los magistrados suficiente capacidad… conduciéndose siempre con honor y rectitud. Por su reputación y buen nombre fue electo el año de 1808 alcalde ordinario de primer voto de esta ciudad, cuyo cargo desempeño cumplidamente.”(Ver Revista del Instituto Paraguayo, Nº 63, año X, 1909).
Lo que concatenado a la forma en como gobernó, citando nuevamente al libro ut supra mencionado: “El Dr. Francia asumió el poder público, como una misión histórica y se entregó a ello por toda la vida. Por eso la historia lo hace comparecer solo. Tal como vivió. Sin Congresos, Generales, ni defensores. Soltero. Sin amores. Sin amistades. Malo o bueno, no tuvo Ninfa Egeria que le inspirará, ni Richelieu que le aconsejara” (…) “Gobernó para el pueblo, pero no con el pueblo, cuya voluntad decía interpretar. Se acerca a él, pero no a las clases cultas, adineradas o linajudas. Es que el sentimiento de la independencia se encontraba más en las entrañas profundas, que en las capas doradas de la burguesía colonial. La clase media no propugno la dictadura, la sufrió. La clase popular y campesina fue su sostén.” (...). Sumando nuevamente la inclinación de Voltaire (de quien el Supremo era lector) por los soberanos absolutos. Como se expresa en Historia Universal Ilustrada, de Charles Seignobos, Tomo III, página 130. Aceptaba gustoso los soberanos absolutos siempre que fueran discípulos de los filósofos. “No se trata, decía, de hacer una revolución como el tiempo de Lutero, sino de hacerla en el espíritu de los que han nacido para gobernar”. Quería solamente lograr la abolición de los usos contrarios a la humanidad, el tormento, los suplicios crueles, etc. (…) Voltaire y Montesquieu eran ambos monárquicos y aristócratas. Fueron ante todo historiadores y críticos. Censuraban los usos que les parecían contrarios a la razón y a la humanidad, pero aceptaban las instituciones de su tiempo y admitían que cada pueblo tuviera un régimen diferente según su pasado. (…) Jamás pidieron revolución radical, sino solamente reformas parciales, semejantes en estos a los ingleses cuyas ideas habían copiado.
Continuando en el mismo libro, pero ya en su página 133, el autor menciona sobre el Despotismo Ilustrado: (…) Voltaire y casi todos los economistas franceses, se preocupaban poco de la libertad política. Bastábales que los particulares quedasen en libertad de practicar su religión y de hablar y de imprimir, de escoger su profesión, de fabricar y de comerciar a su antojo. No pedían más que libertades individuales. Admitían que el soberano y sus funcionarios fueran dueños de gobernar, de hacer las leyes y de cobrar tributos, sin consultar con nadie. Voltaire sentía admiración por el Imperio chino, que gobernaban el emperador y los funcionarios. (…) pero este despotismo no era ya el mismo de las monarquías del siglo XVII. No se extendía a creencias y a las palabras, no admitía ninguna autoridad del clero sobre la religión y la conducta de los particulares,
Para exponer estos ideales aplicados por el supremo basta exhibir lo que a su respecto dice en su libro, ya citado, Justo Pastor Benítez: el aislamiento del país no fue un hecho súbito, ni imprevisto. El círculo fue cerrándose paulatinamente. Después de 1811 y hasta la Dictadura temporal, comerciábase libremente con el Brasil por Itapúa, Concepción, Olimpo y con Corriente s y el Río de la Plata. Pero las persecuciones al comercio paraguayo, el comiso de sus armas, por los gobiernos de Santa Fe y Corrientes, obligaron en 1816 a la clausura de Pilar. El dictador desconfiaba que los gobiernos del Plata desearan someterlo. Diversos antecedentes autorizaban pensar así. El 3 de Agosto de 1810, la Junta de Buenos Aires había resuelto cortar toda comunicación entre Montevideo y el Paraguay (Registro Nacional. República Argentina, I, 60). El 11 de agosto de 1810, la Junta de Buenos Aires prohibió toda salida o entrada de buques, personas, efectos, correspondencia, papeles, dineros, para o del Paraguay. (Registro Nacional. República Argentina, I, 63). Estas medidas fueron tomadas antes de conocerse en Buenos Aires la decisión del Congreso General convocado en la Asunción el 24 de julio de 1810 y que debía contestar las circulares de Buenos Aries y de la Junta de Sevilla. El 14 de marzo de 1811, el general Belgrano dijo a la Junta de Buenos Aires: “pues si no nos queda el arbitrio de ir a ellos a fuerza de armas, nos queda interceptarles la entrada de ganados y caballos, privarles de todo comercio con Montevideo; y hacerles sentir la falta de unión con la capital, careciendo del aumento de sus intereses”. (Documentos de Belgrano, III, 192). En julio 13 de 1813, D, Nicolás Herrera, plenipotenciario en la Asunción, escribía a su gobierno: “Si este arbitrio (el de la guerra) no se adopta, es necesario cerrar enteramente el comercio, arrojarlos de Candelaria y prohibir la introducción de ganados.” (Archivo General de la Nación Argentina. Relaciones Exteriores: Paraguay. Misiones Belgrano y Herrera). El dictador quiso ponerse tanto al abrigo de la anarquía, como del centralismo porteño. Su régimen fue por igual una reacción contra la aduana de Buenos Aires y el puerto preciso de Santa Fe, que siguieron gravitando sobre el comercio paraguayo. Lo primero que reclamó en 1811, en sus tratativas con Belgrano, fue la supresión del estanco del tabaco y la rebaja de los impuestos aduaneros. Esta liberalidad fue mantenida durante escaso tiempo. El comercio paraguayo volvió a sufrir todo género de obstáculos. (…) Desde el punto de vista interno, el Dictador aisló al país para preservarlo de la anarquía; desde el externo, su pretexto o causa fueron las persecuciones al comercio y la negativa a reconocer la independencia. En diversas oportunidades reclamó la libre navegación de los ríos; protesto contra las trabas comerciales y el comiso de armas nacionales adquiridas en el extranjero (-Carta al Delegado de Itapúa, 4 de noviembre 1825. Archivo Nacional de Asunción. - Carta al Delegado de Pilar, 31 de agosto 1825. Archivo Nacional de Asunción.- Carta al Delegado de Santiago, 5 de abril 1823. Biblioteca de Río de Janeiro. Colección Rio Branco, sección manuscritos) por intermedio de Robertson y las gestiones del Brasil, por intermedio de Correa da Cámara. El gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, había puesto en descubierto, en repetidas ocasiones, su intención de someter al Paraguay. Francisco Ramírez, el jefe entrerriano, conspiró con Cabañas y carteó con Yegros, para invadir el Paraguay y deponer al Dictador. El Dr. Francia supuso siempre en Juan Manuel de Rosas la voluntad de desconocer la independencia, a pesar del prudente recelo de ambos. Estas dos vigorosas individualidades estaban separadas por una distancia muy grande para chocar, y por hallarse absorbidas en la defensa del orden. Rosas hizo proclamar por intermedio de Pedro de Angelis, los méritos del gobernante paraguayo, en el Repertorio Americano. Por otro lado aparecían las pretensiones del imperio bragantino, incontenibles en su afán de alcanzar como limite el Río de la Plata, actualizado con la presencia de la Princesa Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII. (…) Tradicionalmente los “bandeirantes” penetraban en los dominios españoles. Habían llegado a instalarse en Coimbra, a la margen derecha del Río Paraguaya, y ocuparon Fuerte Olimpo, en 1811. Las Misiones fueron invadidas varias veces. La Mesopotamia paraguaya era una tentación para esos andaluces conquistadores de medio continente. Antes de 1815, se presentó, también, la posibilidad de una reacción española. (…) el único país europeo que le inspiraba confianza, adquirida a través de las publicaciones de la época, era Inglaterra. La Francia, ya fuera bajo el régimen de Bonaparte, ya bajo los Borbones, le inspiraba profunda desconfianza. Así lo constata el circular del 25 de agosto de 1825, con motivo de la visita del comisionado del Instituto, M. Grandsir: “Lo primero porque Francia no solo profesa y sigue ideas y máximas contrarias a los principios republicanos y al sistema representativo, sino que además está empeñanda con otras potencias en aniquilar y destruir esos mismos principios y esta clase de gobierno, cuyo plan ya ha llevado a efecto con el auxilio del Rey de España para volver a someter a los españoles constitucionales de la península.” “Lo segundo porque el Duque de Angulema ofreció auxiliar a España para volver a subyugar a estas repúblicas.” ”Lo tercero, por el Congreso de Verona.” “Lo cuarto, por la tentativa de Francia de convertir México en un imperio con un titular Borbón”. (…) Se afirmó en sus fronteras, sin molestar a los vecinos (…) Tuvo la convicción de que el Paraguay saldría perdidoso al arrojarse en la corriente caudalosa de la secular querella hispano-portuguesa. Quedó equidistante de Río de Janeiro y de Buenos Aires. (…) Vigilante neutralidad, a la manera suiza. (…) En ese período se presentaba el Paraguay inmune a la anarquía que desgarraba a las nacientes patrias americanas. Se concentró bajo la carpa en actitud precavida. Tal hecho no ha querido comprenderse como fruto de la voluntad de un pueblo, sino como el capricho de un tirano. Hay en él, sin embargo, un contenido nacional, la concreción de un anhelo colectivo, traducido a través de la recia personalidad del Dictador. (…) En repetidas notas oficiales sostuvo el Dictador que el aislamiento le fue impuesto por la política de clausura del Río de la Plata. No le permitían comercia, ni armarse. Lo repite en la nota al Cónsul británico Woodbine Parish, de Buenos Aires, en 1824. Lo confirma en la comunicación dirigida al Comandante de Itapúa, en 1825, advirtiéndose que el “comercio era libre con todo los países que reconocieran la independencia.” Prueba de esa decisión fue la circunstancia de no haber clausurado en ninguna época el comercio con el Brasil, desde el momento que este país reconoció de hecho la independencia del Paraguay con el envió de la misión Antonio Manuel Correa da Cámara, en 1825. Trató liberalmente con la provincia de Corrientes, mientras esta no hostilizó el comercio paraguayo, indicio de que su voluntad no fue aislarse por mero capricho. Por intermedio del cónsul Parish, el Dr. Francia intentó ponerse en relaciones con la Gran Bretaña. Tales tratativas tuvieron su expresión final en una carta escrita al Dictador, por el Primer Ministro Palmerston, en 1840. (El Dr. Francia y las relaciones comerciales con la Gran Bretaña, por Antonio Ramos. Pareceres, Nº3, año XII, 1936).
Lo expuesto demuestra la libertad individual al modelo Volteriano, derivado del modelo inglés, inspirado en Locke, que adquirió la sociedad paraguaya bajo el dominio del Dr. Francia en lo relativo al comercio y a la peculiar situación de aislamiento, que hicieron desarrollar al Paraguay sus propias características. Siguiendo con Justo Benitez: “El Dr. Francia ensayó la aplicación de la llamada economía dirigida, el nacionalismo económico, forzado por las circunstancias. Su fórmula fue “Bastarse a sí mismo, en lo posible, para asegurar la independencia”. Fomentó la agricultura, la industria, la ganadería. Aprovechó todas las circunstancias para disminuir los impuestos. No sólo regularizó el régimen impositivo español, sino que rebajo las tasa. Como administrador de la cosa pública, fue ejemplar. Dictadura extraña que no esquilmaba al pueblo, ni le arrancaba su dinero para boatos y esplendores.
Cabe recordar que el Doctor Francia fue proclamado Dictador del Paraguay en congreso general. El 3 de octubre de 1814 inició sus sesiones el Congreso. Fue elegido presidente el doctor Francia, quien, en el discurso inaugural, aconsejó la formación de un Gobierno personal para la mejor defensa de la independencia nacional. La idea encontró resistencias. Había partidarios de la subsistencia del Consulado, y otros que no lo eran propusieron la designación de Yegros para el Gobierno unipersonal.
Mariano Antonio Molas propuso al doctor Francia como dictador. La discusión se prolongó, pero terminó cuando las tropas que obedecían a Francia hicieron un sospechoso despliegue en torno al templo donde se reunía el Congreso. La gran mayoría de los votos campesinos apoyó al doctor Francia, quien fue designado «Dictador Supremo de la República» por un período de cinco años. Se le autorizó a constituir el Tribunal Supremo y a ejercer potestad judicial mientras tanto.
Al día siguiente clausuró sus sesiones el Congreso, después de resolver su reunión anual, cada mes de mayo, de disminuir el número de diputados a 250 y de recoger el juramento del flamante dictador. Asunción recibió con regocijo popular la ascensión del doctor Francia al poder supremo. ( Paraguay Independiente. Obra de Efraím Cardozo. 1988).
Otro congreso, reunido el 1 de junio de 1816, lo proclamó de forma unánime y "en atención a la plena confianza que justamente ha merecido del pueblo el ciudadano José Gaspar Rodríguez de Francia" se le instituya "Dictador perpetuo de la República".
Todo lo dicho concuerda, a excepción del Parlamento (permanente), con lo que decía Locke en su Tratado acerca del gobierno (1689). “El Estado, dice, se basa en el consentimiento voluntario de la humanidad que reviste a los magistrados del poder necesario para proteger sus vidas, su libertad, sus intereses, sus propiedades. Los hombres han recibido de Dios derechos superiores a todas las leyes. Son los derechos del hombre, la libertad, la propiedad”. Cuando se han reunido en sociedad han hecho contrato para garantir sus derechos, y han creado un gobierno al cual han dado la fuerza. Pero este gobierno no ha sido creado sino para garantizar sus derechos, no debe tocarlos. Con esta condición solamente se lo obedece. Si los viola pierde su razón de ser, el contrato entre él y los súbditos se rompe, y éstos tienen el derecho de sublevarse. El Estado, por tanto, no tiene ya poder absoluto, su poder está limitado por la libertad de los ciudadanos. Ahora bien, la propiedad es un derecho natural, absoluto; el Estado no tiene atribuciones para tocarla. No puede, por tanto, imponer por sí un tributo, porque es quitar a los ciudadanos una parte de su propiedad, cuando tiene necesidad de dinero, debe pedir el consentimiento de los ciudadanos, que se los dan por medio de sus representantes. El soberano no puede consiguientemente imponer tributo sino con el consentimiento de los representantes de la nación, el rey no puede gobernar sino de acuerdo con el Parlamento. Es la teoría de la monarquía limitada y de las libertades naturales, fundadas en el contrato social.
Con relación a la libertad religiosa, conviene primero citar nuevamente el libro de Charles Seignobos, en la parte donde expone las ideas de Locke en sus Cartas sobre la tolerancia (1690), Locke formula una teoría nueva acerca de la Iglesia. “La Iglesia es una sociedad voluntaria de hombres que se reúnen, por su propio consentimiento, para el culto público de Dios en la manera que juzgan serle agradable y eficaz para la salvación de sus almas. Una Iglesia es, por tanto, una asociación privada que no debe tener sino derecho de persuasión moral, y un arma espiritual, la excomunión, es decir, el derecho de rechazar al que se niega a obedecer sus leyes”. Pero “no tiene ningún deber que imponer a los miembros del Estado”. Para ahora revisar el accionar del Supremo en esta dimensión humana. Según la obra de Justo Benitez: “El Dictador exigió el sometimiento de la iglesia al Estado. Declaró la libertad de la Iglesia paraguaya de toda jurisdicción extranjera, para evitar que el Obispo de Buenos Aires ejerciera autoridad sobre la diócesis asunceña, y asignó sueldo a los párrocos. (….) Francia mostró verdadera indiferencia en materia de culto, dejó de asistir a las ceremonias religiosas desde 1824; no alentó a la clerecía; suprimió el seminario, pero nunca persiguió a la Religión ni a sus ministros, a pesar de considerar el clericalismo como un peligro para la revolución en vista de que una parte considerable de sus miembros eran peninsulares. Secularizó los bienes de las Congregaciones, atribuyéndolos al Estado. (…) recogió en tesorería los valores de los templos, pero no impidió que los sacerdotes siguieran ejerciendo su ministerio y hasta asignó subsidios a los párrocos y capellanes. Suprimió los conventos, el donde “sus individuos vivían ya una vida muy relajada”, como lo afirma Molas en su obra (pág. 48); nacionalizó sus bienes porque era adversario de las órdenes regulares como institución; derogó la inquisición porque no consentía la persecución por causas religiosas. (…) Suspendió las relaciones con la Santa Sede, pues para mantenerlas exigía el reconocimiento previo de la independencia y la no sujeción a la diócesis de Buenos Aires. (…) Nunca persiguió a nadie por causas religiosas.
En el libro, Gaspar Rodríguez de Francia de Ana Ribero, página 96, la autora escribe: a uno de sus Comandantes, que le solicitó la imagen de un santo para consagrarle el fuerte que defendía, le contestó: “¡Ah paraguayos! ¿Hasta cuándo seréis idiotas? Cuando yo era católico, todavía pensaba como tú; pero ahora conozco que las balas son mejores santos para guardar la frontera”. Parodió a los hombres de la Ilustración y les indicó a Rengger y Longchamps que profesaran la fe que quisieran, que fueran cristianos, judíos o musulmanes, pero que no fueran ateos. Naturalmente, la degradación popular de los preceptos religiosos le provocaban desprecio al Doctor en Teología que era el Dictador: “en una entrevista que tuve con él se divirtió mucho a costa del comandante y del cura de Curuguaty, que le habían enviado una pobre mujer encadenada y que traía un rosario muy grande, acompañando el proceso de que resultaba ser una bruja. De aquí pasó a hablar de todos los sortilegios de que usa el pueblo, de las enfermedades y curas que se atribuye a semejantes maleficios y concluyó diciéndome- relata el medico suizo- -Vea Ud. para lo que sirven estas gentes, los sacerdotes y la religión, para hacerles creer en el diablo más bien que en Dios-“.
Pasando a la educación según Efraím Cardozo: En cuanto a la instrucción de las primeras letras dice: era muy extendida desde los tiempos de la colonia; casi no había analfabetos en el país. Durante la dictadura se prestó la atención a la enseñanza primaria. Los comisionados de los distritos tenían la obligación de establecer las escuelas que fueran necesarias. En 1828 se decretó la enseñanza primaria obligatoria, a expensas del Estado. Se dio a la organización escolar característica militar. Los niños eran llamados a las aulas al son del tambor. Se les enseñaba un catecismo, donde el Dictador exponía sus ideas sobre el sistema de gobierno del país, que llamaba “Patrio Reformado”, guiado por principios sabios y justos, fundados en la naturaleza y necesidad de los hombres, y en las condiciones de la sociedad, y que debía durar en cuanto sea útil. La introducción de libros no estaba prohibida: los que los comerciantes portugueses traían, previamente a su venta, debían ser revisados por el Dictador, que impedía la entrada de aquellos que consideraba nocivos a su teoría política o que contenían nociones equivocadas sobre el Paraguay. Así como la música y la danza gozaban del favor del Dictador, se difundió mucho la afición a la lectura, única distracción de la sociedad paraguaya. Sólo el Dictador Francia tenía derecho a recibir diarios y gacetas del exterior; mientras vivió el Dictador, el país ignoró totalmente lo que ocurría en el mundo. Se sabe que en los últimos años de su gobierno, el Dictador fundó una biblioteca: lo formó con sus propios libros, con los confiscados y con los traídos de Buenos Aires. El 16 de octubre de 1840, según acuerdo de la Junta de Gobierno Municipal, se abrió la biblioteca “fundada por el finado Dr. Francia, para que en ciertas horas de la mañana y de la tarde concurran sujetos aplicados al estudio y literatura, y logren el aprovechamiento que desean” (Olinda Massare de Kostianovsky - instrucción pública y el doctor Francia. “La Tribuna” del 30 de marzo de 1969). Historia de la educación en el Paraguay 1812 1932 -Juan Speratti-. Biblioteca de Estudios Paraguayos Vol. 52. 1992 Biblioteca Central U.C.A.).
Con todo lo expuesto, se hace conteste con la realidad histórica que el Supremo Dictador de la República del Paraguay fue el máximo exponente del Despotismo Ilustrado en América, dejando a su partida un Estado independiente, con fuertes raíces nacionales y un semillero cultural, como lo fuera en Europa donde esta política inspirada en la Ilustración dio fruto en el avance de la sociedad europea en su conjunto; en estos lares deja a un Paraguay siendo potencia que en manos de Carlos Antonio López, se erigiría en su mayor esplendor.
Autor: Abg. Julio Bernardo Benitez Capli
Imagen de ilustración: Comic 1811, Edit. Tinta Paraguaya, De Robin Wood y Roberto Goiriz, 2009.
Comentarios
Publicar un comentario