En el ocaso de aquel funesto día y con una mirada atenta, de la cual yo carecía, se hubiese podido observar, como en atisbo de premonición, el desenlace de aquella historia. Engañado por mi propia ignorancia, disfrazada de erudita y la auto complacencia de triunfar en cada prueba y haber recolectado los conocimientos de la experiencia, ciego de orgullo, bebí en la forma de un elixir sagrado, la má s amarga de las cicutas; caí muerto aun sin darme cuenta pues mi cuerpo aun caminaba y respiraba en este plano suyo; entretanto yo, miraba con ojos del alma y dolor un abismo de incontable oscuridad, en el cual permanecí expectante por lo que parecieron siglos, hasta que algo inexplicable sucedió; la voluntad de mi alma comprendió las enseñanzas del dolor y con ese saber el veneno se volvió ambrosía divina que me libero de las ataduras del sufrimiento y ahora soy nuevamente yo quien camina entre hombres y no solo mi cuerpo sin mi ser en su interior; transformado y a la vez el mismo vuel...
